Este fin de semana, mi madre se pasó por Madrid y pidió que la lleváramos a una de las principales atracciones turísticas de la ciudad: IKEA. Ella nunca había estado en uno y quería saber como eran, así que nos fuimos para Plaza Norte y le enseñamos el paraíso de los muebles hechos de maderapapel, los colores primarios y el diseño escandinavo. Pasamos un buen rato curioseando las cocinas y los pisos que tienen montados, abriendo armarios y cajones como si fuéramos a encontrar tesoros dentro de ellos. Bueno, algún objeto irresistible a bajo precio ya encontramos…
Cualquiera que haya visto “500 días de verano” ya sabe que Ikea es un lugar para divertirse. Mi hermano, por ejemplo, aprovechó para hacer chistes referenciales a series de culto con una cama dotada de mecanismos automáticos de relajación: “cama arriba, cama abajo, cama arriba, cama abajo”. A lo que yo le respondí seriamente: “nube arriba, nube abajo, nube arriba…”
Cuando terminamos nuestro paseo por los almacenes, resistí la tentación de comprarme una de esas cajas grandes de galletas dobles de chocolate, ricasricas. En ese momento, tuve la revelación de que Suecia debe de ser algo así como el paraiso en la tierra: las casas estarían decoradas con muebles de Ikea; la dieta se basaría en las galletas de chocolate, las salchichas con cebolla frita y en el salmón ahumado a precios populares; en la radio sólo sonaría música pop de ABBA, Ace of Base, Roxette y The Cardigans (comparemos con Finlandia, que sólo nos ha regalado cosas como HIM, Nightwish, The Rasmus o Lordi. Como se nota que pasan la mitad del año sumergidos en la oscuridad); y en la tele proyectarían películas de Ingmar Bergman y clásicos protagonizados por Ingrid Bergman, Greta Garbo, Max von Sydow, Lena Olin, Britt Ekland, Stellan Skarsgård, Ann-Margret, Anita Ekberg o Bibi Andersson. Por supuesto, las calles estarían llenas de bellas valquirias y fornidos vikingos. Y no nos podemos olvidar que Suecia es uno de los países fundadores del llamado “Estado del Bienestar”.
Aunque las últimas referencias culturales de Suecia nos recuerdan que por las noches salen a la calle seres extraños en busca de sangre (la solución es no dejarles entrar… o en todo caso, dejar entrar al adecuado) y que hay hombres que no amaban a las mujeres y chicas que sueñan con cerillas y bidones de gasolina… Así que puede que la cosa no sea tan rubia como la pintan.